Cuadros, polen y documentos históricos para estudiar cómo era la naturaleza en el pasado
La ecología histórica como disciplina ha revelado prácticas indígenas que moldearon paisajes en el pasado, procesos de recuperación de poblaciones de coral o la introducción intencionada de especies que hasta ahora eran consideradas autóctonas.

El estudio científico de los cambios que se producen en la biodiversidad, es, en términos históricos, relativamente reciente. Fue principalmente a partir de la década de 1950, cuando los efectos de la actividad humana sobre el medio ambiente ya comenzaban a ser evidentes, cuando se empezaron a recopilar datos de manera sistemática. Esto implica que, en muchos casos, las únicas referencias disponibles para la conservación o la restauración corresponden a ecosistemas que ya estaban alterados. Surge entonces una pregunta: ¿cómo poder estudiar la ecología de tiempos en los que la huella humana en los ecosistemas era menor?
En la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), un equipo científico aborda esta cuestión desde la ecología histórica, un campo que indaga en toda una variedad de fuentes históricas, artísticas y arqueológicas, para rastrear cómo era la biodiversidad en el pasado y cómo este conocimiento puede contribuir a conservarla hoy. En un nuevo artículo publicado en Nature Reviews Biodiversity, el equipo ha identificado ocho tipos de fuentes históricas que pueden ayudar a la comunidad científica a obtener información valiosa sobre especies, ecosistemas y cómo las sociedades se han relacionado con la naturaleza. Entre otras, se encuentran documentos escritos, representaciones pictóricas y fuentes orales tradicionales.
“Cuando pensamos en estudiar la naturaleza del pasado, los primero que se nos viene a la cabeza son los restos arqueológicos o los especímenes de colecciones científicas. Sin embargo, muchos desconocen el potencial que tienen, por ejemplo, las cartas, las obras de arte, los mapas antiguos o la tradición oral para conocer los cambios que se han producido en la biodiversidad y ayudar a diseñar estrategias de conservación más informadas”, explica Laetitia Navarro, investigadora de la Estación Biológica de Doñana y primera autora del artículo.
Lo que revela la ecología histórica
Esta perspectiva ofrece ejemplos fascinantes en todo el planeta. Por ejemplo, en Hawái, la combinación de datos arqueológicos e informes pesqueros y etnográficos antiguos reveló la existencia de períodos históricos y contemporáneos de recuperación de poblaciones de coral. En Guinea, fotografías aéreas antiguas, materiales escritos e historias orales revelaron que bosques y sabanas se habían expandido durante el siglo XIX y XX, desmintiendo narrativas coloniales que aseguraban que se estaba produciendo una deforestación masiva y que estaban guiando políticas de gestión erróneamente.
La combinación de múltiples fuentes también puede ayudar a desentrañar la historia ecológica de especies concretas. En España, el estudio de todo tipo de documentos históricos, recetarios y diccionarios geográficos ha revelado que el cangrejo de río que se creía autóctono fue en realidad introducido desde Italia hace más de 400 años, lo que obliga a repensar estrategias acerca de su conservación en la actualidad. Otro ejemplo se encuentra en México, donde la tradición oral, documentos históricos y registros arqueológicos ha permitido reconstruir casi 300 años de explotación pesquera de la tortuga verde del Pacífico, una información clave para sus actuales planes de recuperación.
Más allá del valor histórico de estos estudios, la integración de fuentes históricas y culturales permite a menudo atribuir causas a los cambios ecológicos ocurridos durante largos periodos de tiempo y orientar las políticas de restauración y conservación. En el suroeste de Canadá, por ejemplo, la revisión de concheros, restos arqueológicos y fuentes orales ha revelado que los incendios forestales eran provocados en su mayoría por comunidades indígenas como técnica de manejo del paisaje, dejando un legado ecológico en la composición y estructura de la zona.
El síndrome de la amnesia ecológica
“La gente tiende a tener como referencia de lo que es una naturaleza en buen estado lo que ha conocido a lo largo de su vida o lo que le transmiten sus familias. Pero el paso de información entre generaciones difícilmente llega más allá de los abuelos, así que, generación tras generación se van aceptando ecosistemas cada vez más degradados como norma”, explica Laetitia Navarro.
Este fenómeno, conocido como amnesia ecológica o “shifting baseline syndrome” en inglés tiene una enorme influencia sobre las expectativas sociales de conservación y el enfoque de las políticas de biodiversidad actuales. “Usar una variedad de fuentes para reconstruir el conocimiento ecológico a largo plazo puede ayudarnos a reconectar con nuestro patrimonio natural y agudizar nuestra percepción de los cambios en la biodiversidad”, concluye la investigadora.
La fuerza de un mayor diálogo entre disciplinas
Las nuevas tecnologías tendrán un papel fundamental en el estudio y el uso de las fuentes históricas. La digitalización y la inteligencia artificial ayudarán a encontrar información sobre cuestiones ambientales y de biodiversidad que podía haber pasado desapercibida en archivos históricos. Esta perspectiva impulsa el desarrollo de flujos de trabajo que integren varias disciplinas, como la historia, la ecología y la informática, para digitalizar, compartir e integrar datos históricos de biodiversidad.
De manera complementaria, la ciencia ciudadana puede desempeñar un rol esencial en la identificación y movilización de datos relevantes, ya sea aportando datos históricos propios, como fotografías antiguas; participando en proyectos de re-muestreo, como el proyecto Paisajes Centenarios; o extrayendo datos históricos de material digitalizado en plataformas en líneas abiertas.
Esta publicación es resultado de SOURCES, un simposio y taller organizado en la Casa de la Ciencia en Sevilla en marzo de 2023, como parte del proyecto europeo SUMHAL financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España a través de los fondos FEDER de la Unión Europea. Este simposio reunió expertos y expertas en Biología de la Conservación, Ecología, Historia, Geografía y Paleobiología para debatir sobre las múltiples fuentes de información histórica sobre biodiversidad y las formas de integrarlas para la investigación y la conservación.
“Fue un encuentro realmente interdisciplinar, y pudimos comprobar in situ las muchas dificultades que existen para que personas que investigan en campos tan diversos puedan cooperar” cuenta Miguel Clavero, investigador de la Estación Biológica de Doñana -CSIC y coautor del trabajo. “Pero la búsqueda de lugares comunes, aunque costosa en términos de tiempo y esfuerzo, permite generar un conocimiento a largo plazo sobre la naturaleza y el papel que las personas juegan en ella que no está al alcance de estudios desarrollados en el marco de una única disciplina”.
Referencia científica
Laetitia M. Navarro, Chelsey Geralda Armstrong, Thomas Changeux, Dagmar Frisch, Graciela Gil-Romera, Dominik Kaim, Loren McClenachan, Catalina Munteanu, Péter Szabó, Viktor Baranov, Francisco Blanco-Garrido, J. Julio Camarero, María B. García, Molly Grace, Adam Izdebski, Naia Morueta-Holme, Francisco Pando, Rafael Schouten, Adam Spitzig, Jens-Christian Svenning, Anne-Sophie Tribot, Duarte S. Viana, Miguel Clavero. Integrating historical sources for long-term ecological knowledge and biodiversity conservation. Nature Reviews Biodiversity, https://doi.org/10.1038/s44358-025-00084-3